Me llamo Nuria Prieto
Esteve, tengo veinticinco años y soy española.
Ojalá no tuviera que
escribir esta carta. Ojalá no tuviera que decirte nada de esto.
Sin embargo, este
mundo cruel en el que vivimos me obliga a decirte que “lo siento”. Siento en el
alma que mi Europa os esté matando.
Estamos viviendo el conflicto
más importante del siglo XXI por duración y consecuencias, y hasta ahora no hay
atisbo de que se solucione pronto. Hablo en plural porque es un asunto que nos
concierne a todos, aunque muchos traten de lavarse las manos y daros la espalda.
Sé que cada día se amplía el número de personas que os veis forzadas a
abandonar vuestra tierra para sobrevivir, porque hablando claro, lo que os
espera si permanecéis en Siria es la muerte. ¿Cómo ibas a permanecer en un país
lleno de múltiples bandos cargados de armas? ¿Cómo ibas a quedarte quieto
después de perder a tu familia por un bombardeo? ¿Cómo ibas a no luchar por sobrevivir?
La excusa barata es decir que no hay recursos para todos. Mentira. Ya que en el
planeta hay recursos suficientes para que todos podamos vivir dignamente. Así
que ten claro que los hipócritas que no te quieren dejar avanzar habrían hecho
lo mismo que tú.
Quiero que sepas que
te veo y te leo; que te sigo en tu recorrido. Déjame decirte que te admiro por
la decisión que tomaste de escapar y la valentía que supone semejante decisión.
No puedo decir lo mismo de mi país, un país que ha vivido la crueldad de una
Guerra Civil, que se denomina abierto y demócrata, y que tan sólo os ha acogido
a mil personas. Un país que sale a la calle cuando el Real Madrid gana la liga
pero que permanece parado ante las muertes de tantos seres humanos. Me da
verdadera vergüenza.
La buena disposición
de un país es clave si uno quiere realmente ayudar y sinceramente, España podría
hacer mucho más. Por esto, también te tengo que pedir perdón. Al igual que por
cada día bajo la lluvia. Por cada noche en el barro. Por el cansancio y el
hambre. Por el frío. Por el sollozo de cada niño. Por el dolor en cada mirada. Por
la desesperanza. Por haberos borrado las sonrisas. Por la desilusión. Por cada
pelota de goma; por el gas lacrimógeno. Por la indiferencia. Te pido perdón por
todo.
Supongo que, a estas
alturas, nos miras sin entender nada, con una mirada tan fría como tus manos,
pero ojalá pudiera mirarte a los ojos y decirte que no todos somos así, ya que
a la mayoría no nos representan. Créeme cuando te digo que hay más gente buena
que mala y que no todos los europeos queremos que os echen. No. Muchos os
queremos aquí. El mundo es tanto tuyo como mío. Tu vida vale tanto como la mía.
Y yo estaría encantada de hacerte un hueco en mi casa. De ayudarte a construir
un nuevo hogar. De devolverte las ganas de soñar. De demostrarte que los
europeos somos diferentes a la Europa que os están mostrando.
Lucha, aunque no
tengas más fuerzas, sigue luchando. Te mereces una vida digna. Un futuro. No
dejes que las fronteras maten tus sueños, no dejes que te convenzan de que no
debes estar aquí. Tienes el derecho de buscar un futuro mejor para los tuyos y
encontrar ese lugar en el que sentirte seguro.
Amigo refugiado, no
nos guardes rencor ni odio. Lo que os están haciendo no va en nuestro nombre. Y
sigue luchando. No te rindas.